Este
proyecto de intervención parte de la consideración de que la salud es un
proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales,
biológicos y psicológicos cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica
de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos de
toda persona y comunidad. La educación está vinculada con ésta concepción, en
tanto practica social y política que nos determina. Ambas configuran nuestras
subjetividades y los lazos que establecemos en la comunidad en que habitamos,
se presentan en nuestros haceres, ideas,
creencias y costumbres.
Pensamos el concepto de prevención entrelazado con el
de promoción de la salud. La prevención primaria emplea estrategias para evitar que
aparezcan determinadas situaciones anómalas, acontecimientos indeseables,
generando que los grupos desarrollen habilidades, destrezas, competencias que
refuercen sus propias capacidades y logren mejores condiciones de vida; son
acciones que se realizan antes de que suceda un hecho dañino o perjudicial. La
prevención, es entonces, el proceso activo y asertivo de crear condiciones y/o
atributos personales y de los grupos que promuevan el bienestar personal y
colectivo.
Consideramos que la comunicación, reflexión, participación,
cooperación, creatividad, diversidad, solidaridad y orientación, entre otras,
son acciones preventivas en el campo de la educación, por eso las integramos en
las actividades propuestas que se desarrollaran de manera grupal. Trabajar
en grupo posibilita la creación y a su vez la transformación de la
subjetividad, convirtiéndose en un dispositivo
de subjetivación cuando abandona la serialidad, la masividad de los
pensamientos y las acciones pre-establecidas en función de una construcción
colectiva. En nuestro taller apuntamos a la capacidad imaginativa, creadora del
grupo, tomándolo como escenario de interrelaciones, de la puesta en juego de lo
intra e intersubjetivo. Donde la participación del docente es una experiencia
concreta que no solo constituye la base del proceso de enseñanza-aprendizaje,
sino que lo habilita al uso de la palabra y del encuentro como medio para
resolver conflictos. En contextos educativos críticos lo esencial del problema
no radica en el tipo de contenido que se
enseña sino en estar des-encontrados en la escuela, porque que el encuentro no
es la mera juntura de los términos sino ese momentos donde estos se afecten incorporando,
articulando lo novedoso.
Proponemos
visualizar las lógicas que atraviesan la escuela, porque desde ellas se arman los lazos con nuestro cuerpo y con los otros. Reflexionando desde el cuerpo y las palabras en el aula apostamos co-pensar los atravesamientos de la subjetividad docente, porque como nos dice Silvia Duschatzky, “cuando la impotencia envuelve a los sujetos no se trata de un mero no saber sino de un saber que no habla, que no produce actos, no arma lazos, no crea posibilidades de existencia. Un saber que no dialoga con lo que se presenta no produce efectos prácticos, no habilita modos subjetivantes de hacer con lo real”[1].
La metodología
elegida es la de taller, ya que es uno de los escenarios más propicios para la
participación, donde se genera una apropiación del saber no centrada en los
contenidos sino en los objetivos, predominando el aprendizaje por sobre la
enseñanza. En el taller la población participante realiza su propio proceso colectivo de educación y aprendizaje, condicionado por sus necesidades. A través de ese proceso ira produciendo respuestas con la mediación del conocimiento generado desde su práctica. Es una forma que predispone a detenerse frente a las cosas para intentar
desentrañarlas, problematizando, interrogando. Partiendo de las necesidades y
problemáticas del grupo se busca analizar las causas para transitarlas de manera
transformadora y colectiva. Proponemos aprender a pensar, sentir y actuar a
partir de un vivenciar compartido que luego pueda ser llevado por cada docente
a su práctica.
[1]
Silvia
Duschatzky. Pagina 2 de “La educación:
una posibilidad en los pliegues del desfondamiento”. Publicado en Cuadernos de
campo Nº 2, de Grupal, octubre 2007
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